miércoles, 12 de mayo de 2010

ESE MISTERIO LLAMADO DIIERT

Ha dicho Diiert con energía que “no es Diiert lo que importa, ni siquiera los libros”. La sola afirmación se antoja a un afán del escritor por construirse su propio mito. No es así.

Los vaivenes azarosos del hado me eligieron para hablar una presurosa vez con él; por el nerviosismo grabé palabras que la llovizna citadina arrastraba y resultan apenas audibles. Algo de inglés capté, con el acento que sólo poseen quienes han sido desamparados por las deidades nórdicas; lo demás no lo entendí, tal vez era mezcla de alguna lengua eslava con el germano.




Tomé notas. Disparé dos veces mi cámara fotográfica y heme aquí sin revelar aún los negativos de la película, temeroso de que la sola mirada fría, penetrante del autor, los haya velado. Ya llegará el momento de comprobarlo. Mi única prueba material de que lo tuve ante mí es un botón desprendido de su impermeable que en breve mostraré al mundo.


En este post apresurado (como lo fue mi encuentro con el escritor), azaroso (como es mi ingreso a este blog), coloco una de las escasas fotografías que se dicen suyas y que circulan por el espacio ciberal. Ignoro su veracidad porque no lo vi usando bastón, no aún. Empero el modo erguido de caminar, definitivamente altivo, y el cabello plateado como peinado por un dios de la ira, me hacen pensar que podría tratarse de él. Es necesario mirarlo de frente para corroborarlo.


A estas alturas de la historia, cuando se ignora el destino y paradero del creador de Mirabilis, tecleo con la certeza de que todo lo que se diga a partir de ahora sobre Diiert será imaginación.

Archivo del blog