A cada rato tiembla en Twitter.
La escala máxima de un terremoto en Twitter es de 140 caracteres a puro pulso de escritura.
Abunda lo escrito sobre la creación literaria y el uso del micro rectángulo de Twitter como hoja en blanco.
Excelentes conjuntos de metatuits fueron ya escritos por @moravicenteluis y @criveragarza, imposible mejorarlos.
En un tuit del 2010, me deslindé de la metatuística, definida por @Tripodologa como: 'el tuitero usa el tuit para hablar sobre Twitter'.
Aún no me respondo por qué Twitter fascina a cientos de escritores, cuando otros lo usan como espacio para la frivolidad y el cotilleo.
Si de algo podemos estar seguros es de que, al tutear, más que escribir se reescribe: naturaleza medular de la literatura.
Antes que metatuitear, stricto sensu, prefiero hacer analogías 'new age' acerca de Twitter y la escritura.
Comparo a la twiteratura, definida así por @albertochimal et al, con el Feng Shui, por ejemplo.
El Feng Shui y la escritura en Twitter comparten la potenciación del espacio organizando elementos para que fluya la energía.
Comparo a la tuitescritura (digamos, los #cuentuitos) con punzadas precisas de aguja en puntos localizados del TL.
Tuitear es practicar una acupuntura de precisión sobre meridianos textuales, para que, similarmente, fluya la energía por doquier.
Comparo el ejercicio de tuitear (i.e., dar tratamiento textual, o bien terapia textual) con la homeopatía.
Tal como en la homeopatía, el tratamiento textual se dispara administrando micro dosis de máxima potencia.
Es cierto que esta plataforma es propicia para haikú, micro cuento, aforismo, etcétera. Literatura concentrada. Literatura puntual.
Mis tuiteros favoritos: Cioran, Wittgenstein, Sada, Gómez de la Serna y Cesare Pavese. Ninguno de ellos ha usado Twitter.
De todos los sabores probados en la escritura tuteraria, opto por el de esas punzadas de gozo que da el juego de la ironía.
La ironía: según Austen, es 'la unión de verdades contradictorias para crear una nueva verdad sonriendo o riendo'. (Retuiteado).
Sin vacilar afirmo que mis maestros de la ironía como literatura, esos sí, emergentes y muy numerosos, habitan en Twitter.
(Tuits: @isaimoreno)